Hijos de los que somos el mismo tronco de árbol.
Voces de la memoria colectiva. Hijos de la caída y la bala en cada ala, la misma inanición por dentro...
El trote y el galope: cien jinetes de viento, diez caballos de Troya, una misma canción que por el hombre llora...
Contingentes del pueblo, fusiles madreselva de rigor y tristezas.
Bocas de borla audaz que por el Basta se alzan y emprenden la batalla.
¡Aquí se os llama ahora...!
Como palabra del hombre, para frontera del dónde, como jirón de otra playa...
Porque hoy huele a madera y nada arde. Huele a fraude y corrupto tras corrupto, nos van ganando por goleada. Aquí nos sobra niebla y falta fuego, aquí corren cien liebres y el Hombre pide un "puedo"
Y hoy: "el puedo" es por el pan, por el salario, por la honra. Por la escuela que haga dignos a tu hijos y el hogar del anciano protegido...
El jodido y maltrecho "Estar-del-Bienestar" y el Creo en la mujer y la llevo en la piel como bandera.
¡Compañeros de vela, caminantes de proa!,
Esta noche; he soñado con víboras de tierra, mordiendo nuestra espera.
Esta noche y en la misma cuneta: el hijo del fascista, el mismo perro hambriento, ha vuelto a desangrar a mi tío-abuelo. Han vuelto a rematarlo de un solo balazo. Han callado otra vez, las voces de mi pueblo. Han vuelto a dejarme con mi duelo latiendo.
¡Joder! ¡Esta noche, han venido a bañarme el poema de sangre!
Y yo, que sólo llevo cometas en las venas; no puedo darme el lujo de ser una cobarde...
Yo, que por ellos he puesto mi vida en la palabra, a día soy Nada, pero os digo...
¡Nos lo han jodido todo!
Mentira tras mentira nos han ido venciendo como a niños; nos han llenado de fútbol los domingos, de cine absurdo y de héroes los domingos, de consumismo las calles y de cenizas la vida...
¡Qué dejen ya de someternos, de tirarnos veneno! Que dejen de imponer el deshaucio en nuestros tantos millones de esquinas y ciudades de la prisa, que perecen cada vez que regresa la ley del más fuerte y los tocados y hundidos vuelven a ser los mismos.
¡Seamos aves-río! ¡Caballos desbocados! ¡Juntemos nuestras manos, nuestros cien gramos de trigo y esperanza... !
Porque aquí, ya sólo avanza la cruda realidad abriéndose las puertas; cediéndole su trono a la indecencia, poniendo la intención sobre la mesa para crear nuevas leyes que defiendan a los pulcros verdugos que han ido estrangulando, uno a uno, los pilares básicos del hombre.
Los dueños del veneno que corre por la tierra, los Egos y Señores del gran Capitalismo. El que está coronando los días y a los pueblos. El que solamente existe para elevar a sueño lo imprescendible, a imposible e inalcanzable lo que sería justo para todos...
"Tener un puesto en el mundo, un salario digno,
un estado del bienestar cuidando de ti y de los tuyos.
Enseñando a los tuyos a crecer y a abastecerse,
a ser un día hombres Libres."
Pero nos siguen magreando, golpean y nos callan y uno a uno sacuden los valores, las causas existenciales de la vida...
¡Qué lleven a sus hijos a las colas del paro y pongan en sus manos tan blanquísimas la fría dote de la espera y la angustia! ¡Qué mueran de una vez por todas sus caducas derechas necias y devastadoras!
¡Qué dejen los hombres de bien de sostenerlos a ellos en lo alto!, ¡De salvarlos a ellos a golpe de azada y llanto... ! ¡Qué empiecen de una vez por todas las luces y los días de las revoluciones!
Porque hemos tardado demasiado y nos están robando la VIDA...
¡Y qué me traigan de vuelta a Salinas, a Lorca o a Machado!
¡Qué vuelvan los quebrados, los rotos, los forzosamente huidos!
O en su falta de ellos, otros mismos; con la palabra azul y el mundo entre los ojos.
Qué no deje jamás mi sangre y mi recuerdo a mi tierna y dolida madre-abuela...
¡Qué el furgón de la pena me devuelva el fusil y al tío abuelo sesgado!
Porque de ellos se contagiaron cada uno de mis gestos...
¡Qué perduren conmigo por siempre y en mi voz vivan los míos!
Porque en ellos yo soy la de ahora.
Yo, sigo siendo: la rebelde y la roja incendiada
La incansable, la acusadora y la eterna guerrera de las causas del alma.
La madera del árbol caído y la hembra del aire y la herida.
La boca, ¡Qué ahora os está llamando a la vida!
A la vida, ¡ a la vida!
o al duro tumulto
de las barricadas
... Esta noche, he visto en la hoguera cien víboras hambrientas
mordiendo nuestra espera...
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