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jueves, 9 de diciembre de 2010

Arrivederci Roma



Mi hijo Nil y yo, visitando el Coliseum


Escucho en mis oídos la historia de los hombres, la herida y las victorias de gestas del pasado, los surcos que han trazado en estas calles, que hoy son un perfecto escenario que nos muestra la huella de lo humano.
Detrás de cada piedra encuentro un mundo vivo, detrás de cada huella un camino que parece desvelar al mismo tiempo lo vano y lo cierto,  también la luz de lo divino que a veces acompaña la senda humana.

ROMA; Roma ha sido, es, sigue viva, palpita, te deja el alma muda...
Cuna de Césares y Gladiadores, Dioses, Vestales, Imperio, Caída, Renacimiento, Lucha de poderes, Papas, Iglesia, Vaticano… 
Un mundo aparte entre Roma y el resto del mundo; el Vaticano, un pequeño gran reducto de riquezas asombrosas, mostrándose ante aquel que se asoma y lo contempla estremecido, como yo misma he hecho, con ojos absortos, sorprendidos y un rumor de "no comprendo" flotando en la mente…
Y pensar que Él sólo dijo: 
“Pedro: sobre esta piedra edificaré mi iglesia”. Me entristece pensar de qué manera ha interpretado la Iglesia Católica la palabra del Cristo, cuando lleva tanto tiempo haciendo ostento de toda la riqueza que les cabe en su pequeño rincón-país de la tierra,  mientras cada día sigue habiendo niños, que en otros lugares del planeta, están muriéndose de hambre…
El mundo es lo que es, lo que hemos dejado que sea, mientras caminamos o corremos y no sabemos asimilar el peso del pasado cayendo sobre nosotros. Dicen que la historia siempre se repite, pero ya hemos hecho oídos sordos…

***

Roma me inunda, 
me cala, me traspasa
me asombra sus detalles...
Me pierdo en los colores de los lienzos, 
pintores que han plasmado el color de sus sueños, 
con un arco iris asombroso
besando la textura de las telas.  
Miguel Angel ha pintado con polvo de lapislázuli 
el cielo en el frontal del altar de la Capilla Sixtina
pero sólo me permiten contemplar tal maravilla por diez escasos minutos.
El Juicio Final, plasmado en un mural inmenso e impresionante;
 que contempla al mismo tiempo a la gente que lo admira boquiabierta.
Deambulo entre otros pasos que me empujan a seguir hacia delante, 
cierro los ojos... 
Quiero plasmar este azul polvo de lapislázuli en mi recuerdo 
y así poder revivirlo cada vez que me falte en algún sueño...
***

Me llevo hacia mi mundo cada olor impregnado de esta Roma antigua y poderosa, de esta ciudad presente y llena de huellas que han dejado matices de color en cada uno de sus rincones para que hoy sigan cobrándose vida propia, bajo la luz del día.
Me inunda lo bohemio, la sonrisa abierta y sincera de esta gente amable, cada detalle, cada gesto, todo está vivo en una Roma repleta de notas y sabor a reencuentro perenne con el arte. El sentimiento aflora a rios, sin remedio, la música en las calles del Trastevere, el olor a invierno dulce, a castañas asadas, a café recién hecho.
Camino bajo un cielo nocturno y apenas son las seis de la tarde. Llueve y hay unas luces de Navidad anticipada brillando entre las gotas transparentes de la lluvia.
Será que todo se precipita, hay quien quiere que el mundo corra más deprisa que nosotros, la Navidad está llegando a los escaparates y a las calles de cada ciudad como esta, mucho antes de que tenga tiempo de prenderse en nuestras almas, mucho antes de que llegue al calendario. Sé, que cuando llegué a Barcelona mi ciudad también se habrá vestido con la misma Navidad anticipada.

A pesar de todo lo que a veces me deja un poco triste, turbia y ensimismada en mil preguntas para las que no hallo respuesta, cada vez que ando contemplando las huellas de la historia, sé que nunca voy a poder olvidar los días que he vivido en esta ciudad de luz.
Me llevo en el recuerdo una Roma antigua y moderna conviviendo al mismo tiempo, una Roma maravillosa, repleta de arte y derroche, de matices de color, como este arco iris que pude ver justo al aterrizar,  cuando quise pensar, todavía sin saber que estaba en lo cierto,  que era el presagio de todo lo hermoso que me estaba esperando en esta ciudad sin tiempo, a la que espero volver cada vez que necesite inundarme con sus latidos, meciendo en la misma cuna pasado y presente de la humanidad. 


Arco iris en el Aeropuerto de Ciampino, 9 de la mañana, 3 de Diciembre de 2010

jueves, 11 de noviembre de 2010

Las risas blancas





Tenía yo la risa blanca y clara
la paz serena y en calma 
mi dulce fantasía de colores
 el alma volando entre las flores 
Prendía secretillos en el aire
  O en lo suave de cada blanco de mi almohada
Y solamente a mi linda abuela le contaba

Ella traía los sueños más bonitos de la luna
Siempre a punto para contarme sus dulzuras
Nos sabíamos las dueñas de la gracia de los gitanos
Bailábamos en el patio por alegrías y fandangos
Y hasta cuatro pasitos de flamenco
A veces, nos regalábamos
Nos llevábamos las manos al pelo,
a la cintura, a los volantes de la falda
Y ella siempre sonreía y prometía por su boca
entre risa y canto y zapateo:
Que bailar bien y bonito tan sólo era
Impregnar al aire con el alma entera

Luego llegaba la magia de la noche y sus sorpresas
Vestiditas de nardos y azucenas
Llenas de aromas, de fragancias, de derroche
El cielo ya con una luna brillante, redonda y clara
Iluminaba los pasos de aquel preciso sendero
Y subíamos al cerro cantando y contando sueños:
“Yo quiero ser de mayor…
Bailaora de flamenco 
Eso, quiero yo...”

Allí en lo alto, siempre me susurraba:
“Las casitas se ven blancas en Andalucía  
porque la luna las quiere como a hermanas
como a lunas chiquititas que se duermen en su cama”

Entonces bajo los luceros
que ella misma procuraba con sus vuelos
Me enseñaba a beber las flores y los cielos
y los versos del romance por entero
Se asomaba a sus ojos todo el brillo en un instante
Recitaba con pasión y la voz grande a:
 Federico García Lorca…

“Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados”

Luego llegaba el momento de decir lo que caía
Poetividad pura y espontánea, naciéndose en poesía
“Mi niña acuna suspiros de sol y luna junto al pelo
La luna la mira, mira y le regala su cielo”

Y yo reía y reía y así fue como supe
Del alma viva en mí por la poesía
 Del embrujo de la noche en Andalucía
Bebiendo sorbo a sorbo de Federico
El primer gran poeta de mi mundo chico
Allí en mi tierna infancia, primorosamente recitado

Bajo el cielo más grande
Un mar de poesía
De la boca de María, mi abuela
En quien yo siempre me sentía:
Alma suya, alma mía, 
alma del aire
***

*Aquí os dejo, con cariño y recitados, dos de los poemas de Federico García Lorca que más me gustaban y aprendí de niña aquellas noches, con mi abuela María




jueves, 21 de octubre de 2010

Duende del Sur...


Duende del sur

Recuerdo las tardes de bohemia
Los duendes bailando entre las cejas
Los guiños compartidos
Los roces, las presencias,
la humanidad en cada detalle
Los dibujos de manos junto a flores
Y flores junto a estrellas
Lanzar una cometa al aire
Volar detrás de ella
Ser niña, ser viento, ser espuma,
Crecer y crecer y crecer
Correr por una playa y no saciarme nunca de mar
Saltar sobre la prisa de las olas
Saltar y ser ola y un pedazo de mi mar

Recuerdo los ojos guardianes de mi infancia
Los ojos azul lienzo de mi abuela
Su voz de agua de luna, sus lunares
Su olor a flores en el pecho
El paso junto a mi cuerpo
Dejando siempre su esencia flotando en el aire
Su abrazo tierno y dulce como los astros
Como una tempestad de soles recién amanecidos
Las flores del almendro
Los olivares
Desnudos de tiempo
y de avatares
El ruido del silencio en las horas de la siesta
Las gotas de la lluvia cuando caía 
la "lluvia milagro" en Andalucía
Rociando el sentimiento y los pasos
Y los surcos del camino tan hambrientos de lluvia
El Sol perpetuo en duermevela, ahora infierno, ahora gloria
Ahora pecado y bendición cayendo sobre la tierra
Las flores, los balcones, las celosías
El olor a los jazmines rompiendo la calma
más desnuda y alma de aire de la tarde
Las mocitas con sus flores en el pelo
Sus manos temblando en el desvelo
El corazón en un brinco
en un sin aliento
…Como yo cuando te decía:

Hoy mi novio me va a llevar al baile
¡Abuela, qué no se entere madre, abuela!
¡Qué no se entere, no vaya a ser qué no me deje!
Abuela y qué me pongo y qué me pongo
Qué no se me vea mucho casi nada
Qué sólo él me vea
Qué el corazón me canta y me arde y me baila
Qué la voz me tiembla
Y las piernas me andan solas
Y los besos se me escapan
Y las manos se me van a la cintura
Y dice mi madre que no tengo edad
Que tengo que ser buena y estudiar
Que me olvide de amores por un tiempo
Pero cómo olvidarme de su risa
De su andar y temblar toda la tierra
 De sus besos y casi marearme…
Ay abuela, que corra el tiempo como el rayo
Que yo no quiero seguir siendo mocita
Que quiero ser mujer ya de una vez
Y bailar para él y vestirme para él
Para que nadie me diga
Qué se me ve, qué se me ve
Qué se me ve el brillo del querer
Y los besos hechiceros
Como dos luceros
flotando desnudos
sobre el pecho

Carlos Vazquez Ubeda . "Tres mujeres en la alhambra al atardecer"

miércoles, 20 de octubre de 2010

La calle del ayer y el amor está en el aire












La calle del ayer, la calle del mañana,
la calle del olvido
Cada sueño en el que tiemblo
Y vuelvo a estar contigo

Están tus labios en los míos
Y yo con lo que he sido junto a ti
Despertándome al amanecer
A cuestas de otra nada
Consciente de que nadie
puede amarme en este mundo
como lo hiciste tú
Con aquel amor milagro
Naciendo de tus manos

Nos falto llegar hasta Venecia
a Viena y a París
Llegamos tarde a cada paso
Por culpa de tu América lejana
Tu América que regresaba para enjaularte
Y yo no pude ayudarte a no cerrar las puertas
De tu peor error:
Decir que no pero que sí al pasado
Pagar su deuda con tu carne
Perderme yo, sin tu alma, sin tu aire
y aquel maldito infierno
Que había regresado, 
de nuevo para atraparte


Venecia rompe en aguacero
Rompe en llanto de amor
También París y Roma
Me lo han contado los que han estado allí
Y hoy tengo entre las manos los “te quiero”
que jamás te había  pronunciado
bajo su luz y su cielo
los “te amo” que inundan mis sabanas
cuando despierto y sé que he vuelto a soñar contigo

Dejé que fueses viento y huracán
Que fueses mar de amor flotando entre mis aguas
Lo repito: amarte era un milagro
Que yo jamás había pedido
levantando mi voz hacia los cielos
Y tú viniste
Y el cielo me cubrió de ti
Antes de que tu vida se volcara hacia aquel destino
En que tendríais que nadar tú y “tus pendientes”
Antes y después de que fueses mi hombre de aire
Luchando contra cada imposible de este mundo
Sin contar con mi abrigo

Recuerdo tu alma blanca en mi regazo
Tu ola blanca de amor, cubriendo palmo a palmo
la vida de mi cuerpo
Tu voz en el susurro de cada fantasía,
de cada risa tuya y mía

Me hablabas tú y yo era, yo existía
Tú me mirabas y yo me hacía ojos y manos y cuerpo
y formas que te encantaban de puro amor y deseo
Y cuando tú me amabas
Yo era tú y el aire
Tu boca y el misterio de la noche
Tu pelvis y el big bang del universo
Tu universo y cada estrella rota
Cayendo en mil pedazos dentro de mi útero
Yo era todo lo que tu amor inventaba para nosotros
Y sin embargo...
Dejamos que la nada nos partiera
En mil fragmentos

Ahora soy yo sola
Yo solitaria de pasos y de auroras
Sin que tú me nombres y me acaricies los senos
Me hice también mujer de aire
Volando de tu ausencia
He tenido que ser poeta para volver a amarme
Porque tú, metido en aquella jaula
Ya no tenías las alas abiertas para hacerlo
Para venir a cubrir mi noche y mis inviernos

No sé porqué razón, amor, hoy la lluvia
De otro sueño más real que los de antaño
Me ha traído entre sus gotas
la presencia renovada
De tu amor milagro

Estás en el viento lo sé,
otra vez estás libre en el viento

…Tal vez te están dejando volar de nuevo
…Tal vez mis pensamientos estén abriendo
entre ruegos lo imposible:
las puertas de tu jaula
la eternidad de la fuerza de tu alma
para volver a encontrarme


Estoy inventando ahora un sueño nuevo
Un alma sueño  
Para que nuestro aire vuelva a volar desnudo
por este mundo que no nos ha querido aún lo suficiente
para que nos viva por fin a tiempo como siempre quisimos

Estoy buscando un alma vida
que nos saque del silencio terrenal
Que nos deje volver a ser el sueño más real
Que nos devuelva lo que siempre ha sido nuestro

El amor está en el aire
Y sé, mi amor de aire,
que tú también lo estás oliendo

¿Lo recuerdas?
Yo hoy sí, lo recuerdo todo:
El brillo universal en la noche de tus ojos
El acento americano de tu voz prometiéndome:
“Love is in de air…. my love, love is in de air”

El amor está en el aire, lo sé
Siempre ha estado en el aire
Sólo nos falta volver a respirarlo
como en ese último sueño
En el que nos hemos soñado de nuevo
Amor del viento y milagro
Ausentes del mundo y de sus penas
Sólo en nuestras venas
Naciéndonos vivos 
bajo el aire 

"mujer de aire"




* Este poema está relacionado con otras etapas del blog…
Con los primeros poemas de amor y de ausencia, os dejo los  links por sí a alguien le apetece leer alguno de aquellos. 

domingo, 17 de octubre de 2010

Recuerdo entrañable de Alcalá, con unos sonetos de Jose Zúñiga





José Luís Zúñiga, Imagen de Noelia Palafox




Queridos amigos, os dejo hoy aquí una sorpresa que sé que va a gustar especialmente a todos los que compartimos este momento en el encuentro de poesía de Alcalá de Henares. 
Me hubiese gustado mucho, grabar pequeños vídeos con la cámara de fotos a cada uno de vosotros, pero la verdad es que me quedé sin batería, por puro despiste de no cargarla la noche antes y solamente pude filmar un cachito de las canciones que Enrique y Jose nos regalaron, que ya imagino que muchos de vosotros veríais en su momento, aquí en el blog o en facebook.
.
Y hoy por sorpresa,  (la primera sorprendida os aseguro que he sido yo misma, pues tal es mi despiste que ni siquiera me acordaba que lo grabé aquel día), he encontrado trasteando por la grabadora el "momento" de aquellos sonetos tan lindos, que Jose Zúñiga nos recitó y como ya le pedí permiso a él para subir la grabación, aquí os la dejo para que disfrutéis escuchándolo de nuevo  y también oigáis de paso,  nuestras risas y nuestra alegría de aquella tarde al oírlo recitar a él.

Besos y abrazos para todos y gracias mil a Jose Zúñiga








Sonetos a mí mismo
Estoy enamorado de mí mismo,
hay tantas cosas en mí tan deliciosas…
Walt Whitman

I
Más solo que las dos y que la una,
más solo que la tumba de mi abuela,
más solo que el reflejo de una vela,
más que el lado invisible de la luna.

Más solo que dos huesos de aceituna,
más solo que una estrella sin estela,
más solo que una monja en duermevela,
más que un rico heredero sin fortuna.


Solo. Tan solo estoy que mis espejos 
campos diezmados son de una derrota
que ya viene acunándose de lejos.

Habrá que acostumbrarse. Doy la nota
(un si bemol menor) de los vencejos,
da igual que suene mal: nadie lo nota. 

II
Me gusta dar la nota. No comprendo
cómo pude escribir ayer un canto
que acabó siendo un himno al desencanto,
un manifiesto inicuo, un vil remiendo.

Fue todo un desatino. No lo entiendo.
No estoy triste ni solo, tengo encanto,
doy cuanto soy, pero recibo tanto
que me paso la vida recibiendo.

Y una tarde de enero, enfurruñado,
me da por pergeñar un sonetucho
totalmente anacrónico, esquinado.

No me puedo quejar, soy más bien ducho
en el arte de amar y ser amado.
Es la pura verdad: me quiero mucho.

Jose Luís Zúñiga 

TIEMPO A DESTIEMPO
http://yozuniga.blogspot.com/




¡GRACIAS A TODOS!


lunes, 13 de septiembre de 2010

Cómo no querer volver, en un vuelo de otoño al Sur...2ª parte










Volvíamos cada vez, porque mi madre no podía estar sin ir allí, necesitaba cada año revivirse en los recuerdos, pegarse como con pegamento muchas horas a los brazos de mi abuela, sentir el aroma fragante de las tardes, en que se iban abriendo las flores por los patios, y algunas de ellas acababan prendidas al pelo de cada mujer morena, como mi madre también hacía en su melena.

Por eso cada verano estuvimos, mientras yo fui niña, regresando al Sur. A ver a mi abuela y a mis tías y a sentirnos las dos libres.
Mi madre libre, recorriendo las tardes de su juventud, con la única súplica en los labios para mi abuela de: “madre, no me malcríes a la niña”, cuando ella se iba algunas horas, al caer la tarde, a rememorar sus días felices entre el café y las risas junto a sus amigas de añoranzas, tanto las que nunca habían dejado el pueblo, como las que también regresaban a él sólo en verano, igual que hacíamos nosotros.

Ella libre en su cuna de origen y yo libre en el retorno a esa sangre del sur que me llamaba desde muy adentro, haciendo de cada verano una delicia de mi vida, llenándome la libreta de cosas buenas que yo aprendía y hacía  junto a mi abuela.
Escuchando desde mi ventana las guitarras, rompiendo el silencio de la noche, los cantos al cantar de los cantares, al cantar de los quereres y al cantar del alma entera.
Y yo me asomaba a ver los bailes y  las gentes y miraba las casitas blancas brillando en la noche como lunas pequeñas llenas de vida, y me bebía la luna con los ojos bien abiertos, detrás de la celosía de mi cuarto, que olía a damas de noche,  cuando éstas ya se habían quedado completamente abiertas bajo las estrellas.

Tal vez, lo que me pasa ahora, es que me falta el Sur regresándome a la sangre, y que ya estoy necesitando mucho volver a volar para allá, y descubrir en qué camino de en medio del sur a otro lugar, se me perdió la magia y el coraje y se me quedó dormida tras algún sueño la niña del aire.

La niña con las alas abiertas al mundo y a la esperanza, la que podía volar con sus pensamientos a cualquier lugar menos al sol, porque sabíamos mi abuela y yo que el sol quemaba y deslumbraba mucho.
“Figúrate con lo que quema al medio día en nuestro patio, lo que debe ser allí en lo alto del cielo”, me decía ella entre risas.

Y según mi abuela Dios, era un pintor que pintaba la tarde de colores y que también deslumbraba mucho aunque no quemase nada, y a Dios había que rezarle, para que no perdiese su magia y al sol contarle sus leyendas mitológicas, que eran casi tan antiguas como las primeras piedras del mundo, en las que se decía que el sol era el astro que te derretía las alas si te acercabas mucho a él y que te caías otra vez en picado a la vida que habías querido dejar atrás, haciéndote encima tremendo daño.
Y nosotras no queríamos caernos, ni hacernos ningún daño, por eso mi abuela y yo decidimos que nunca volaríamos al sol.  A la luna y a la noche sí, y al estreno de la aurora, como en un cuento de hadas, también, pero al sol nunca, jamás.

Ella alguna noche, necesitaba ponerse de rodillas, ponernos las dos juntos y a “cuatro esquinitas tiene mi cama”, como a ella tanto le gustaba, yo muy niña y ella muy maga, rezar para el sol y para que la magia del  Dios pintor de mi abuela, siempre lo dejara bien encendido antes de irse a inventar alguna fábula nueva.
Yo  llegué a estar en aquella época, completamente convencida de que ella era también maga y que en su mirada azul de lienzo,  había un pedazo de cielo contenido pestañeándome, y que en las pequeñas arrugas que rodeaban sus labios,  yo de niña nunca lo pensé, pero de mayor ya sí supe, que cada vez que había apretado muy fuerte la boca, había ido invitando año tras año a que se instalasen allí las huellas del tiempo, alrededor de sus labios, que silenciaron tanto el que habían vivido, en los años malos, para que mis ojos niños no supieran aún ni del dolor que había en el mundo ni del llanto de mi abuela.

Ella me hacía viajar por el sueño de los cuentos, de las fábulas, de la prosa de lo escrito bien y bonito para soñar en vida bien y bonito.
Habíamos leído juntas el llanto y el canto de sus poetas andaluces, habíamos recitado sus poemas y luego ella había querido también que rezásemos por ellos, por los que ya no estaban, ni siquiera en el exilio y sin embargo seguían viviendo eternamente entre las letras y nuestros corazones y con toda certeza, según mi abuela, también en el centro de alguna estrella del cielos.

Ella me hizo ser la cuenta cuentos,  jugando a explicarle historias de mares y sirenas a una escuela de muñecas casi calvas, de tanto querer yo peinarlas.
Me hizo creer y sentir, que todo era posible si lo hacíamos sueño nuestro. Que un sueño bonito, era un mandato para el cielo, eso me decía,  mientras sonreía, completamente convencida.

Ahora retengo en mis ojos su mirada eterna y azul, la plenitud con que me inunda su recuerdo y cada tarde derretida entre sus brazos y el calor de Andalucía, y tal vez sí, sí que es verdad que estoy necesitando mucho, ya volver de nuevo al sur, a ver si allí encuentro la paz de mi alegría otra vez alborotada en el patio de mi abuela, y aunque ella ya no esté, seguro que me inunda su presencia, flotando entre las flores. Y tal vez pueda hallar las respuestas que aquí no atino a encontrar y las huellas de cada sueño, que se me fue perdiendo al dejar que se escapara de las manos, la niña del aire.

Así que en cuanto huela un poco a otoño, y el calor no me derrita esta piel ya poco acostumbrada al fuego vivo del Sur, me voy otra vez para allá, a ver si se me dora un poco el alma, a ver si latiéndome el lamento en la cuna de mis maestros y poetas, se me riegan de magia otra vez las venas.
A ver si me resuena y me retumba muy fuerte en el pecho el son de cada guitarra, y si en un ritual de fuego prendo con ascuas las tristezas…

Y  algún rallito de sol o de brillante luna del Sur, hace que se me olvide el olvido y se me ilumine de nuevo la alegría.







Manuel de Falla

“El Amor Brujo”

"Danza del Fuego Fatuo"