De niña,
en mis sueños,
subía por las
franjas luminosas de la aurora
antes de que se
dibujara el sol.
Despierta ya,
recomponía historias.
Desplegabas las alas
junto a la almohada.
Sabía, que todo era
un invento.
Entonces bostezaba,
caminaba de
puntillas por la casa
y olía el aire que
inesperadamente
me hacía inventar un
mundo nuevo
en el que
dormir
un día más mis sueños.
De niña, yo veía cosas.
Cosas tan increíbles
y hermosas
que jamás supe como
contar a nadie.
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