viernes, 31 de diciembre de 2010

Me llevas al lenguaje de la hiedra...








Ayer, que no pinté la línea azul de khol siguiendo mis pestañas, que no me puse sombra alguna en la mirada, que no peiné mis rizos delante del espejo, desenredándome los sueños de mi tarde perfecta, hundida en el sofá, que estaba en jeans y  en camiseta y poco más,  llamaron a mi puerta de repente…

Me levanté descalza, no esperaba a nadie, miré por la mirilla; y estabas tú y tu voz pícara, al otro lado, pronunciándote en un sonoro "vengo a verte".
Tu sonrisa abierta y sostenida, como un niño travieso jugando a las sorpresas. Te abrí y en un instante, ya habías cruzado el umbral de la puerta, sin haberme dado tiempo a decirte que “no estaba”

_Vengo a verte… y a mirarte y a tocarte, a acariciarte, a beberte y a comerte y a matarte a besos si te dejas…

Aún no sé como lo logras, me inundas con tu chispa, respiro dichosa el caudal de tu alegría y al segundo beso que me has dado, ya no puedo seguir enfadada contigo y tus benditas sorpresas alborotando mis tardes.

Te quitas el abrigo y la camisa y están tus jeans tan incendiados como esos ojos que me miran sin letargo. No sé que voy a hacer contigo, eres un ladronzuelo de momentos; sin pacto, ni acuerdo, ni previo aviso. Eres el lanzador de las llamas que encienden mis deseos y dan brío a mi alma.
Y yo no quería verte porque estaba triste y ojerosa, pero tú, te vuelcas en mi oído, me dices preciosa, retienes mi sonrisa entre tus dedos... Me llevas al lenguaje de la hiedra,  trepas en mí como la hiedra, te enredas verde entre mis ramas,   me bebes el rojo de los labios, el negro en las pestañas, me gastas con la lengua las palabras, y ya no tengo nada que decirte, ni que jurarte, ni que prohibirte.
Me dejas blanda; agua muda y derramada, traspasas cada anhelo y  aún no me has tocado y has vuelto a llenarme el pensamiento con imágenes fugaces de nuestra última tarde, jugando a ser volcanes.

…Y ya no tengo sueños rotos, hundidos junto a mí en esas tardes de sofá, ni horas muertas en la escarcha,  ni nieve en las veredas que llevan a mi cama. Eres el duende que me roba, que se bebe sin vaso mi cordura, que doma mi caricia a su cintura, que sabe cada instante en que puedo ser cobarde y no querer decir aún…



Que amor es todo esto que tú, haces sencillo.



miércoles, 29 de diciembre de 2010

STANDBY...










No quiero deshacerme trescientas veces
en esa barba creciente
que hoy no has podido afeitarte
y está rasgándome las sienes
Ni que llegue, la nieve a mis manglares
Que sus copos entierren mis tesoros
o que su blanco se haga dueño de mis verdes
Que su frío de hueso deje pálido
el rojo de mis labios 
bebiendo de tu cuerpo.

No soporto, que llegue crudo el invierno
y se me caiga otra vez
el amor guerrero entre los dedos
No quiero, que este acuerdo a beso y cuerpo
que hemos pactado
pierda sabor y sentido en mi boca
a costa de jugarme los "te quieros" con la tuya
No puede ser que tú; mi amor Jota mayúscula
te quedes dando brincos
en algún punto incomprensible de mis íes
Que de mi habitación con velas, satenes y penumbras
no sepas ver real cada estrella de fósforo
que he pintado en el techo
Y el sol que asoma temprano en mi ventana
no entiendas que lo he colgado
para que también brille en  invierno
y venga a calentarnos.

No me digas, tan fieramente impaciente 
como te confiesas
que no voy a saber leer tu piel
No quieras ir, más rayo veloz que yo
No te portes como un niño en ese gesto
No me partas la risa contra el pecho
diciendo que vas a ponerle pegamento y medio
a mis alas de brisa y de viento
o a mi cuerpo cimbreando entre tus dedos.

No vengas  a buscarme solamente
Para humedecer mis pétalos
entre las sábanas satén de tus pasiones.

Ya sabes que locura es que te duermas, 
sin saberme en cada pliegue
Que quieras domarme a tu costumbre
Que se hundan tus manos en la nieve
Tus miedos sordos en la nieve
Que des la vuelta de repente
Y seas como un muelle que va y viene
Desbaratando tanto como habías logrado
Solamente, porque ayer estaba triste
y tú no estabas en esa lágrima.

No quieras entenderme siempre en todo...
Soy rara, de otra especie
Déjame quererte así, a mi manera
No le temas tanto a este Stanby intermitente
que he puesto delante de mi corazón de fiera


Sabrás que se ha apagado:
cuando pueda atravesar con mi propia carne
el rojo hervor de tu sangre
Cuando sepa, que no has venido a quebrarme
ni a meterme en una jaula
en que tú tengas la llave

Déjame verte como eres
Saberte como eres, sin distancia, ni ropaje
Sin luz tímida de velas, bailándole a la noche.

Yo voy a amarte:
sin pauta ni costumbre
sin reloj de arena
Despacio y valiente


Podrás navegarme a toda vela
Bajo el racimo de luces ardientes de la tarde
...Si le pones desnudos a tus mundos
A mi desnudo:  luz sin tientas, ni mediocridades
Si te adentras, valiente en mis manglares
Y penetras descalzo y sin reservas.

Reserva es un juego en punto muerto
al que ya no entro, ni pertenezco
ni quiero jugarme la integridad
Reserva es un recelo sin hoguera
Y yo ya te he tenido a llama y fuego
Y tú ya me has ardido, sin reserva.

martes, 28 de diciembre de 2010

Primeras palabras... (Sabana y Jean, Relato 2)


"Sirena y ormas" de Felix Mas




Primeras palabras (Sabana y Jean, relato 2)


Sus ojos me leían, sus manos me leían, su boca era lenguaje sin palabras. Ningún libro en su casa, una cama con dosel, qué cosas en estos tiempos, olor a incienso flotando en el aire de aquella estancia. 
Mi sueño; a carne y beso, a piel desnuda palpitando entre sus brazos. Sus manos tibias, templando las caricias, el baile de las velas, el mundo fuera y él en mí. Su boca abierta, ningún  verso aún escrito, ninguna promesa que cumplir o que romper, solamente: primeras palabras.
Su aliento perdido tras mi nuca, su voz diciéndome un “te quiero” sin temblor…
_No me digas eso, Jean.

De nuevo se giraba sobre mí, quedando su rostro frente al mío, sus ojos mirándome por dentro, viajando más allá de mis pupilas, sus dedos dibujando el contorno de mis labios, su otra mano abierta; como un nido de ave blanca, reteniendo mi pecho.

_¿Porqué no quieres, que te diga lo que siento?
_No quiero que me digas lo que sientes, quiero me lo enseñes, que me lo des y que yo pueda creerlo todo, sin más palabras. Porque sabes que todo el mundo usa siempre las mismas palabras y luego no son tan de verdad.  

Se le dibujaba una nueva sonrisa más tierna y más abierta, más pícara, de repente; empezó de nuevo a empujarme con aquella suavidad, su mano debajo de mi cuello, sosteniéndolo también entre sus labios.
Callando, gimiendo, suspirando. Respirando sobre mi piel y yo volvía a sentir el choque y la delicia de su pecho, su corazón gigante y sin domar, su voluntad, tratando vanamente de dilatar el tiempo en mi interior. 
El peso de su cuerpo haciéndose liviano sobre mi vientre, su pulso acelerado, su ritmo junto al mío, creciendo impetuoso, sus ojos entre abiertos, el eco del gemido y yo queriendo llevarlo al mismo cielo o paraíso que estaba tejiendo tan adentro, justo un instante antes de perder en mí toda la calma, de creer sentir las olas y el vuelco del océano creciendo y habitándome.
Cerraba los ojos, mis manos soltaban el dosel de aquella cama para aferrarse con fuerza a sus escápulas, el rojo de los tules se había desvanecido,  estaba flotando sobre nosotros, mis piernas temblorosas debajo de sus muslos, y otra vez , sentí que había abierto mi ser a la sabana de su amor desnudo...
Sentí el latido de la selva, el fluido de la selva, el río blanco y cálido de la selva y no podía dejar de contraerlo para que siguiese corriendo libre, en mí.

“Volaba yo tan alto y tan lejano, que era como si ya me hubiese desprendido de mi propia piel mil veces.
Entonces era él; mordiéndome despacio aquel último suspiro entre los labios, haciéndome bajar del aire, volviendo a susurrarme otro “te quiero” sin temblor, mientras yo abría los ojos tan, tan, tan despacio... 
Y regresaba... a su mundo de beso, a su mundo de fuego, de agua y balbuceo, de primeras palabras, de amor desnudo y  vértigo en la sangre...
De amor de piel con piel, dejando mudo cualquier otro lenguaje.”

domingo, 26 de diciembre de 2010

Somos Yin, somos Yang, somos luz



"Il bacio" de Gianni Bellini
http://www.giannibellini.it/galleria.htm



Agua, cascada, río, mar, océano
Madera, rama, tronco, árbol, bosque
Tierra, llanura, valle, montaña, cima, cumbre
Metal, oro, plata, cobre, hierro, fusión
Fuego, energía, volcán, renacimiento

Los cinco elementos
La tierra que tenemos
Y entre el cielo y la tierra:
La vida, los animales, los hombres

Por encima de todo:
El aire, el viento, la luz, el universo
La luna, la noche, el sueño,  el Yin
El sol, el día, el despertar,  el Yang

Yang es: calor, fuego, movimiento, expansión, exterior, masculino
Yin es: frío, agua, quietud, recogimiento, interior, femenino

No hay fuego sin aire que lo encienda
No hay tierra sin agua que la nutra
No hay madera sin agua y sin tierra
No hay metal sin fuego y sin fusión

No hay hombre:
sin aire
sin tierra
sin agua
sin fuego
sin sol
sin luna

No hay amor:
sin agua
sin aire
sin llama
sin tierra
sin fusión

Yang sin Yin está en vacío
Se debilita, enferma, muere
Yin sin Yang está en vacío
Se debilita, enferma, muere

El ser humano que no ama en esta tierra
Que no se entrega a su dual en esta tierra
También está en vacío
No vive en armonía con las leyes naturales
Se debilita, enferma, duerme
No crece, no se nutre
Solamente llora y bebe agua del alma
Para no morir de sed
Mientras camina triste por el mundo
Como un cascarón perdido

Mientras camina solo y confundido
Pensando que vacío también es un camino


viernes, 24 de diciembre de 2010

La Navidad que yo quiero...

"Perlas rojas en el parque" de Teresa Salvador "Fábulas" en Flickr






La Navidad que yo quiero
no es un tiempo circular
que transita cada año el calendario
para vestirnos en Diciembre
de luz las calles

La Navidad que yo sueño
No es sólo entonces “Paz”
Sólo entonces “Quiero”
Sólo entonces “Perdón y Beso”
Y “me visto” un alma blanda
para la ocasión…

La Navidad que yo quiero
Vive en el sueño de las almas
Y es volver a cada instante
En que éramos los niños del mañana
En que el mundo no pesaba
Y todo era tierno
no sólo en Navidad

La Navidad que yo quiero
Es saber adivinar que muchas veces
quien menos pide
es quien más está necesitando

La Navidad que deseo
Es un cielo abierto al mundo humano
Dejar volar el alma niña
que tantas veces cautivamos
La Navidad que os deseo
Es un arpa de amor entre los dedos
dibujando cada gesto
cada vez, cada detalle
Es poner en la misma balanza
corazón e ilusiones
aAlma y esperanza
y que no sea Diciembre
solamente Navidad

Esta es la Navidad que yo quiero
la Navidad que os deseo
a cada uno de vosotros
con todo mi corazón

mayde

jueves, 23 de diciembre de 2010

Triángulo perfecto







A  b  o  t  o  n  a  s

Los broches de la tarde
Con tanta prisa entre los labios
Que aún no sé…
Pero cae la noche a tientas
En un cierre triangular
Sobre nosotros…
Tú:
La llama
 Tus ojos vivo negro
Tu boca abierta agua de beso


No sé en que desnudo frente a ti
He dejado de sentir el frío mudo del ayer
Desconozco con que beso me has vencido
Y me has vuelto a renacer milagro
al otro lado del abismo

A  m  a  n  e  c  e

Me dibujas aurora en tu presente
Despiertas nuevamente
La lluvia de mi cuerpo

Has traspasado cada frontera de mi piel
Ya no le temo a un mañana en singular
Hoy somos solamente  
este triángulo perfecto 
que hemos hecho nuestro...
Tú, yo, deseo

Tú:
Volcán y vuelco
Yo, la puerta de la lava

(Tu amor Sabana)

martes, 21 de diciembre de 2010

yo, Sabana (Relato)

"Tetide" de Nicola De Luca

Yo, Sabana

Aquel día, en que no llegaste, empecé a hacerme amiga de su voz.
Miraba en mi muñeca,  cómo hacia al absurdo reloj que nunca llevo. Abrí el bolso y busqué dentro el móvil;  eran la siete y media y ya hacía un buen rato que estaba allí  esperándote. Volví a mirar dentro del bolso; dentro del desorden que cuelgo sobre mis hombros y sin saber demasiado qué estaba buscando, empecé a pensar en todo el peso inútil que tantas veces arrastro. 
Todo el peso inútil. Y miré hacia la puerta por si entrabas, pero no.
Allí sólo estábamos él y yo. Su voz,  canturreando algo que podía parecerse a un villancico, mientras iba situando las tapas que ya había preparado,  en el mostrador de la barra.
Su voz,  que me hablaba a unos metros de distancia, a mí, completamente ausente de todo en tu distancia. 
_ Es que como no empiece a poner en orden todo ahora, luego ya no hay manera. Los viernes, se llena que no veas…

Y volvió al final de la barra y se puso a cortar jamón…

_Ahora me callo y no te hablo_ me decía_ porque es que el otro día me rebañé la yema de un dedo, por estar distraído...

Le sonreí detrás del brillo acuoso de mis ojos. Supongo que debió ver resbalando por mi cara alguna lágrima, porque en un instante dejó el cuchillo sobre el jamonero y se acercó sentándose frente a mí. 
_ ¿Cómo te llamas?

Dije Sabana, sin pensarlo. Él arqueó las cejas, como si no lo comprendiera bien, mientras repetía: ¿Sabana?
_ Bueno, en realidad no me llamo Sabana_ traté de explicarle_ Pero me gusta mucho que me llamen así.
_ Pues entonces te llamaré así. Y dime ¿Es tu novio ese hombre que  alguna vez te acompaña?
No pude contestarle con ninguna palabra, solamente negué con la cabeza y él se levantó de la silla de repente, como si lo comprendiera todo y se me  plantó un beso sonoro en la mejilla.
_Ahora mismo voy a prepararte un capuchino. Creo que te va a sentar muy bien

Le sonreí de nuevo. Aproveché para ir al baño, mientras él se perdía tras la barra,  así podría llamarte desde el baño. Y entonces, al instante de oír tu voz, supe que te habías olvidado de nuestra cita. Me respondiste como otras veces  en un: “¿Cuándo vienes? Tengo que enseñarte algo que acabo de escribir”.
Pero yo ya no fui capaz de regresar,  ni tampoco de darte ninguna explicación.
Creo que si no hubiese habido, antes de esa tarde de diciembre, otra docena de tardes como aquella, aún hubiese tenido fuerzas para regresar y que me leyeras todo lo que habías escrito, mientras te olvidabas de que habías quedado conmigo en algún café de la ciudad. Pero es que aquella tarde hacía mucho frío y ya no tuve ganas de andar sola hacia tu casa.
Pero sí regresé durante un par de semanas a aquel mismo lugar. Necesitaba mucho los capuchinos, que ya se me habían hecho tan imprescindibles como las 6 horas de sueño. Necesitaba su risa para huir de mí misma, escuchar  la cantinela de su voz, subiendo y bajando por mis montañas rusas.
Empecé a darme cuenta de que antes de que yo entrara, él ya tenía los ojos puestos en la puerta. Siempre tenía tiempo para mí, se sentaba sin prudencia alguna en mi mesa y hacia un gesto a la camarera de “tú ve haciendo, como si yo no estuviera”
Un día, se le ocurrió dejar a un amigo suyo: “el Trapas”, que el pobre andaba sin trabajo,  a cargo de todo lo referente a las cenas del local. Entonces bajábamos paseando desde Verdi hasta Santa María del Mar. Yo colgada de su brazo y él de mi ilusión recién inaugurada.
A menudo, cenábamos en aquel sitio del Born que a mí me gustaba tanto y al que tú no querías ir porque no te dejaban fumar dentro.

Ahora casi siempre vamos a mi casa, porque allí es donde aún tengo todas mis cosas y puedo ponerme a escribir si me desvelo en plena noche o no me duermo tan rápido lo hace él.
Vivimos todavía en esa etapa tan bonita en que no podemos dejar de vernos ni un solo día. Ni un solo día, ni una sola noche podemos dejar de hacernos  el amor.
A veces siento que también hago el amor con su voz y con cada uno de los sonidos que emergen de su cuerpo. Yo casi nunca digo nada. Me callo, respiro intensamente sus sonidos y escucho sus palabras.
A veces, me atrevería a decir que son casi poesía pero luego va y suelta algún taco y a mí me estalla la risa y pienso que… ¡qué coño jodida poesía y sus atroces!
Me gusta mucho como suena mi nombre nuevo entre sus labios. Me lo pronuncia tan despacio que me dibuja en cada letra.
Me gusta cómo suenan sus besos en mi espalda, como moja los silencios en que no habla y solamente se desliza con la boca abierta desde mi cuello hasta el final de mi vientre. Como retumban sus latidos o sus jadeos en la habitación, cuando se mueve alborozado como un potrillo desbocado sobre mi cuerpo.
Ahora soy más muda que nunca cuando hago el amor con él. Ya no hablo, ni indico  camino alguno. Ha dejado de ser necesario. Solamente  emito algún sonido suave y prolongado; algún estremecimiento que vuela como él lo hace, de dentro hacia fuera.
Es como si hubiese vuelto a nacer al mundo de los sonidos, como si se me hubiese agudizado más el oído, o existiese en mí una nueva conexión oído-tacto.
Pero casi nunca puedo dormirme tan rápido como él. Entonces siempre recuerdo que mi abuela me decía que quien se duerme en seguida es porque tiene la conciencia tan tranquila como la de un niño pequeño.
Y me quedo pensando que yo también tengo la conciencia bastante tranquila, es sólo que a veces me galopa algún  pensamiento y no me deja dormir hasta que no lo escribo o lo remato.
Por eso he puesto mi escritorio aquí mismo, justo al lado de la cama.
Me levanto y me siento a escribir todas estas cosas que no puedo contener.
Lo miro y está completamente dormido con los brazos y las piernas abiertos en cruz, como un bendito y me da la risa  tonta cuando me imagino que es como si estuviese esperando a ser abducido por algún dios de los sueños. Pero luego se gira y se acurruca hacia el hueco que yo he dejado en la cama, lo palpa con la mano y abre un poco los ojos buscándome; arquea las cejas y me sonríe desde lo hondo de su sueño. En menos de un minuto vuelve a estar otra vez panza arriba, con los brazos abiertos en cruz.
De vez en cuando le oigo decir mi nombre entre sueños.  “Sabana, Sabana”… 
Ese es el nombre con que él me llama, el nombre que se  adueñó de mí  aquella tarde de diciembre en que te esperaba sin dejar de fumar, sentada en una mesa vacía.

El nombre que me quita todas las corazas. Un nombre como el alma que ahora abro y empiezo a entregar cuando él me ama.

* Sabana, es un personaje que iré trayendo más adelante en algún relato. Esta es solamente su presentación.
Besos y gracias a todos, por estar aquí conmigo...

lunes, 20 de diciembre de 2010

Sabana








Entonces ya no era
la gata de la lluvia
maullando en piel ajena
soledades
No dilataba en mis pupilas
el alma de la luna
ni caminaba de puntillas
por cielos irreales

No dormía mi memoria
en sueños frágiles de aire
Cesaba el llanto de mis ojos
giraba veloz
sobre mis pasos
Regresaba:
caminante a mi camino
Volvía a recordar
de qué hoguera y de qué selva
había nacido  

Entonces, mudaba a mi pelaje
alborotaba al viento la melena
Rugía de verdad
Ya no llevaba el peso en las entrañas
la culpa y el lamento
de la primera Eva
Ya no tenía que maullar
en piel de Adán
No volvería a ser
la flor trémula del aire
prendiéndome en el pecho
versos con pétalos
para un amor de nadie

Ya era solamente
el alma del volcán
mi hoguera
mi vida
mi sangre y mi linaje

Era mi corazón el de la selva
mi vientre el de la selva

Sabía mi destino
olía el viento acre
el beso del almizcle
volvía a reinventar
mi propia furia
mi bondad
mi grito
mi victoria

Era mujer de un solo eje
mamífera intuitiva y audaz
hija del sol y la luna
del mordisco de la vida
Ya no era la felina
maullando a gatos pardos
que aún no sabían si habían perdido
el corazón y cuatro vidas
en algún que otro tejado

Sólo me reconocía
en otra piel como la mía
en otra selva como la mía
en otro corazón
sin rejas
sin domar

Solamente entonces era:
mi alma la sabana
que abría y entregaba
Mi corazón de fuego:
el beso 

el lecho
la horma de otro pecho
rugiendo sangre viva como el mío



Mi amor:
la única selva
sin límites
ni fronteras