lunes, 16 de agosto de 2010

TODO VUELVE A SER AZUL, RELATO 1ª PARTE



Alguno de vosotros me había animado, hace unos días, a que escribiese algún relato, aquí en el blog. Éste lo empecé a escribir hace ya un tiempo, iniciando una fantasía que pudiese llevarme a imaginar posibles respuestas acerca del origen y del fin de nuestras vidas. Ya digo, no es más que mi visión fantástica de las cosas y se fue transformando desde el primer boceto, en el que apenas había una idea flotante,  hasta el relato que podéis leer ahora;  en el que un hombre,  justo antes de morir,  empieza a recuperar su memoria más antigua.
 Como es bastante largo lo subiré en varias partes y le iré poniendo voz, para que quien no tenga demasiadas ganas de leer en pantalla,  pueda escucharlo como si se tratase de un cuento.
 Gracias mil, por leerme, por estar aquí, por darme ánimos





Todo vuelve a ser de nuevo azul, infinitamente azul



Cierro los ojos, llenándome de paz, al despertar de ese sueño que me ha llevado, otra vez, al lugar del que procedo. 
Creo que hace apenas unas horas que he empezado a despertar a los recuerdos, y ha sido mientras estaba viendo, cómo los médicos manipulaban con sus instrumentos mi viejo cuerpo
herido y fracturado, ahí abajo. Sé que esta vez, hagan lo que hagan, no voy a regresar.

Me siento flotando en el aire de un frío quirófano hospitalario. Y resulta  gracioso pensar, que hacía ya 84 años, que yo no estaba en un lugar como este...

Me llamo Eduardo, ayer mismo, me atropelló una furgoneta en la calle, a sólo unos metros de mi casa.
Estaba distraído, cruce sin mirar y una fuerte embestida me tiró al suelo frenando en seco sobre mi cuerpo. Creo que se me rompió la pelvis y tal vez alguna costilla, pues sentí un dolor tan fuerte que me desmayé, perdiendo completamente el conocimiento.


Hoy, al despertar en este cuerpo maltrecho me he dado cuenta al fin de todo y he escapado para no sentir más el dolor de la carne y los huesos rotos que a pesar de los calmantes se me estaba haciendo ya insoportable.
Y ahora, aquí flotante, empiezo a serenarme observando cómo transcurre rápidamente, el tiempo que falta para que al fin pueda marcharme.


 Estoy viendo maravillado , con una lucidez absoluta, todo aquello que durante tantos años quise saber. Y ese poder que trae hacia mi ser el recuerdo más antiguo, me permite aniquilar todos los miedos que un hombre siente ante la muerte.  Ahora comprendo que si el ser humano, supiese que en las horas que preceden a su fin regresa a la memoria absolutamente todo, ese miedo que construye durante toda su existencia no tendría ningún sentido.


He visto con imágenes y sensaciones a flor de piel, cómo si de una película proyectada velozmente, frente a mí,  se tratase  todo cuanto me ha sucedido en estos 84 años de vida en la que ya he pasado por ser niño, hombre y finalmente un anciano.




Me he visto llorando, con millares de lágrimas de sal, en el calor del recuerdo que me trae la imagen de María, en el sentimiento profundo que en mi ser siempre ha despertado.



Mi esposa, María; sus ojos, chispas de vida, sus caricias, su dulzura, tan encargada de despertar en mí el más intenso de los placeres que un hombre puede vivir aquí en la tierra: el sueño del amor.


Y acaso aún me tiembla la arrolladora fuerza de ese amor suyo en la carne, como si aún fuese posible, que después de tantos años, en mis labios, permaneciese la esencia de todos los besos que ella me dio y el recuerdo de su voz, como una caricia que en el aire ha seguido cobijándome día tras día, cuando después de 15 años de no tenerla a mi lado, no he dejado de pensar en todo cuanto juntos los dos hemos vivido en este mundo.


Iba soñando despierto, como casi siempre, pensando en ella, cuando ayer me atropellaron. Miro ahora hacia arriba, allí donde esté y sonrío pensando cuanta razón tenía cuando me decía: "Eduardo, siempre andas en las nubes, tan despistado por la calle que un día tendremos un disgusto".



Pienso también ahora, qué suerte que se marchase primero ella, pues conociéndola, hubiese sido mucho más duro para ella vivir aquí sin mí, a su lado.


Más allá de mis recuerdos como hombre me he ido viendo tiernamente en el niño de mi primera infancia, jugando a los juegos que me enseñaron a ser, creciendo frente a los ojos de mi madre, regocijándome en la risa y en esa felicidad de la inocencia y del florecer de los sentidos, del vivir sólo para el juego, para el mágico instante presente del ahora.


Sé, que cada uno de esos momentos que viví, dentro de mi niño,  fue sumamente importante en mi camino, en mi aprender desde la infancia el sentido que iba a tener para mí, ser por primera vez hombre en un mundo donde todo era tan extraño, tan denso y tan dual.

Creo que siempre intuí, que por debajo de mis estrellas existían otros lugares lejanos. Mundos en los que el tiempo transcurría a otro ritmo muy diferente.









Hoy sé que nací en una estrella, en una galaxia muy lejana a este sistema solar.


El polvo cósmico que la envolvía desprendía un halo azul, que llegaba a transformarse en una nebulosa lila, incluso a veces rosada. De hecho, yo vivía en un grupo estelar que estaba siempre en continua y maravillosa transformación.


Esa fue mi primer hogar, del que surgió mi verdadera esencia hace millones de años.

Había a mí alrededor muchísimos como yo, infinidad de cuerpos estelares habitados por seres de energía y luz como la mía. Desde allí los observaba, fundiéndose en armonía con el cosmos, adoptando incluso la apariencia, la luz y el destello cambiante de las formas estelares que los cobijaban.

Había en mi cielo, estrellas rojas, amarillas, azules, nebulosas doradas, rosadas, todas ellas con matices de colores que jamás pude ver aquí, en este mundo. Aunque siempre el azul, acaba predominando por encima del resto de los tonos.


***

2 comentarios:

Tatiana Aguilera dijo...

Mayde:
Me alegro que te aventures con un texto mayor, me gustó lo que leí, veremos qué pasa en las próximas entradas.
Un beso.

Caminante Silencioso dijo...

Lo que relatas ,muchos lo han relatado como vivencias reales.
Sinceramente me ha maravillado.
Gracias por crear tan bonitas cosas,con tan valiosas enseñanzas.

Algun dia...tal vez cada uno de nosotros viviremos algo muy similar a lo que nos cuentas.

Algun dia...al volver,finalmente,a casa.