No te lo había dicho nunca…
Ni en verano cuando te veía pasear con aquel sombrero azul, cerca del mar. Ni en otoño cuando volvías hacia casa por el camino más largo y cogías algunas hojas del suelo, para ponerlas entre los libros que ya no las dejarían volver a volar nunca.
Ni luego, cuando llegaba el largo invierno y el frío y te iba a ver a casa y te encontraba con dos pares de calcetines puestos, acurrucada delante del fuego y tus ojos melancólicos se hacían silencio, mientras tus pensamientos debían estar volando mucho más allá, acariciando cualquier sueño...
Tampoco te lo había dicho (que te quería mucho), cuando llegaba la primavera y yo veía dichoso tus mejillas encendiéndose igual que un par de amapolas y tus ojos se ponían brillantes frente a los míos, que trataban inútilmente de adivinar tus mundos de fábula.Y casi te perdías de mi vista, como huyendo de mí, y te veía a lo lejos, saltando igual que una mallarenga pequeñita, sintiendo la hierba mojada y fresca bajo tus pies.
Ibas tan despistada que si no llego a decirte nada, ni siquiera me hubieses visto.
Volvías a tener aquellos ojos brillando y las mejillas completamente encendidas.
Entonces tuviste que explicármelo todo, Claudia.
Que te habías enamorado de un pintor, que te leía “Platero y yo”, como yo mismo hacía. Que miraba las cosas que tú escribías y que se llamaba Álvaro y te hacía muy feliz porque siempre creía en ti y en tus sueños.
Y yo... me quedé mudo y no pude ni sonreírte con lo guapa que estabas allí plantada frente a mí, hablándome...
Yo también creía en ti, pequeña. Más de lo que he creído nunca en nadie, aunque no te lo dijera y me callara cada palabra por miedo a perderte.Hoy que ya no tengo nada que perder, ahora que tal vez ya no esperes que sea capaz de decir nada, te estoy escribiendo todas las cosas que siempre quise decirte, aquí en esta carta.
Claudia, quiero que sepas que aún me río en silencio, cuando recuerdo como casi siempre se te acababan quemando las palomitas y que he caminado persiguiendo tu imagen cada tarde de lluvia, mientras miraba por la ventana perdido en las nostalgias de nuestras infancias.
¿Sabes? Al final he conseguido ver los azules aquellos que tú me decías que hacían el mar de Cadaqués tan y tan especialmente hermoso.
Y ya he aprendí a ver la noche morir en un sólo instante y contemplar, tal como tú me habías explicado; que el día siempre empieza con una luz mágica y soñadora incluso aquí, en las ciudades húmedas.
Y te he imaginado revisando los poemas que habrías escrito por la noche, con aquella cara de sueño, antes de marcharte hacia el trabajo… Y también te he pensado más de mil veces; te he soñado con tu rostro de alegría o de asombro que pondrías; cuando yo, finalmente, me hubiese encontrado contigo en aquel bar que nos gustaba, para decirte aquello que tú querías oír.
Mañana cuando leas esta carta Claudia, quiero que entiendas que yo siempre te estaré queriendo aunque no sea capaz de decírtelo con las palabras que él te lo debe estar diciendo ahora.
Y si puede ser Claudia, quiero que no estés triste por mí, ni porque eche tanto de menos tu voz risueña, como cuando regresábamos de la escuela y yo te acompañaba hasta tu casa en silencio.
Pero no quiero que él te llame “Clau” como lo hacía yo, ni que te lea “Platero”, ni que te dibuje posando desnuda y no sepa plasmar el color de tus mejillas cuando se encienden…Pero lo que sí que quiero Claudia, es que si alguna vez ese Álvaro hace que tus ojos se llenen de lluvia, como te pasó aquel día cuando teníamos solamente doce años… Entonces quiero que me llames sin dudarlo, porque vendré a buscarte.
Y te daré un abrazo tan fuerte como cuando perdiste una sandalia en el río, para que no llores por él y entonces cuando estés más calmada, te diré todas las cosas que te tenía que haber dicho aquella tarde al despedirnos delante del portal de tu casa, cuando tú me besaste en los labios y yo me quedé mudo hasta ahora.
Pero si eso no sucede nunca, Claudia, si de verdad él te hace feliz, entonces quiero que te olvides de esta carta.
Y sólo si algún día te sientes sola y no está allí para acompañarte, me gustaría que la cogieses y leyeses este último trocito en voz alta…
Y te imagines que soy yo el que te la está leyendo, feliz ahora, no como cuando éramos jóvenes y protestaba a cada momento para que no te dieses cuenta de que ya por aquella época te quería con locura.…Y ahora lee, Claudia:
PLATERO es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas…
Lo llamo, dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé que cascabeleo ideal.
Lo llamo, dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé que cascabeleo ideal.
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscatel, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel…
Es tierno y mimoso, igual que un niño, que una niña… pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
_Tien´asero…
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo
“Platero y yo”
Juan Ramón JiménezTe quiero, Claudia…
Tu amigo, Marcos
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Cartes a Clàudia
Clàudia, t’estimo.
Ni després, quan ja arribava el llarg hivern i el fred, i t’anava a veure a casa i et trobava amb dos parell de mitjons posats, acurrucada davant el foc, i els teus ulls melancòlics es feien silenci mentre els teus pensaments devien estar volant molt mes enllà acaronant quelcom somni.
Tampoc no t’ho havia dit, que t’estimava molt, quan arribava la primavera i jo veia joiós les teves galtes encenent-se com que dues roselles, i els teus ulls fent-se brillants davant els meus ulls que tractàvem inútilment d’endevinar els teus mons de faula...
Jo encara no se perquè no et vaig dir mai que t’estimava tant, i ara ja no se si es massa tard o potser encara no ho sigui del tot... Clàudia.
Que t’havies enamorat d’un pintor, que et llegia “Platero i jo” com jo feia, que es mirava les coses que tu escrivies, i que es deia Àlvar i et feia molt feliç perquè creia sempre amb tu.
Avui que ja no tinc res perdre, ara que potser ja no esperes que sigui capaç de dir res mes, t’escriuré totes les coses que sempre volia dir-te en aquesta carta Clàudia...
Vull que sàpigues que encara ric en silenci quan me’n recordo com quasi sempre se’t cremant les crispetes, i que he caminat perseguint la teva imatge cada tarda de pluja, mentre mirava per la finestra, perdut en les nostàlgies de la nostra infantessa.
I et faré una abraçada tant forta com quan tu vas perdre una sandàlia al riu, perquè no ploris mes per ell, i quan estiguis mes calmada, et diré totes les coses que t’havia hagut de dir aquella tarda quan en acomiadar-nos davant de casa teva tu en vas besar als llavis i jo en vaig quedar mut fins ara.
Però si això no succeeix mai, Clàudia, si de veritat ell et fa feliç llavors vull que t’oblidis d´ aquesta carta...
....I ara llegeix Clàudia:
T’estimo, Clàudia...
Imágen de árbol con nieve de: Josep Tomàs
del álbum "Mura-Montcau" de flickr
http://www.flickr.com/photos/thundershead/3263614694/in/set-72157613457019167/
No t’ho havia dit mai encara...
Ni al estiu quan et veia passejar amb aquell barret blau a la vora del mar, ni a la tardor quan tornaves cap a casa pel camí més llarg i agafaves algunes fulles del terra per ficar-les entre les pàgines dels llibres que ja no les deixarien volar mai mes.Ni després, quan ja arribava el llarg hivern i el fred, i t’anava a veure a casa i et trobava amb dos parell de mitjons posats, acurrucada davant el foc, i els teus ulls melancòlics es feien silenci mentre els teus pensaments devien estar volant molt mes enllà acaronant quelcom somni.
Tampoc no t’ho havia dit, que t’estimava molt, quan arribava la primavera i jo veia joiós les teves galtes encenent-se com que dues roselles, i els teus ulls fent-se brillants davant els meus ulls que tractàvem inútilment d’endevinar els teus mons de faula...
I després d’esperar que jo et digues alguna cosa en va, tu aclucaves trista aquells ulls brillants i marxaves camp enllà i jo veia, mentre seguia les teves passes, com et treies les sandàlies per caminar descalça... I quasi et perdies de la meva vista, i veia com saltaves, com fugint de mi, com una mallerenga petita que sent l’herba mullada i fresca als peus.
Ahir quan et vaig veure, portaves un anell a la mà, i estaves mes bonica que mai, en vaig sentir confós i estrany.
Anaves tant despistada que si no t’arribo a dir res tu ni tan sols m´haguesis vist a mi.
Tornaves a tenir aquells ullets brillants i les galtes ben enceses.
Llavors m’ho vas haver d’explicar tot, Clàudia...Que t’havies enamorat d’un pintor, que et llegia “Platero i jo” com jo feia, que es mirava les coses que tu escrivies, i que es deia Àlvar i et feia molt feliç perquè creia sempre amb tu.
I jo en vaig quedar mut, i no vaig puguer ni somriure’t amb lo bonica que estaves allà plantada davant meu parlant.
Jo també creia amb tu nina, mes del que he cregut mai amb ningú, encara que no t’ho digues i en callés cada paraula per por a perdre’t.
Saps? Al final he aconseguit veure els blaus aquells que tu deies que fèiem la mar de Cadaqués tan i tant especialment bonica.
I ja he après també a veure la nit morir en un instant, i contemplar com tu m’havies explicat que el dia sempre comença amb una llum màgica i encisadora fins i tot aquí a les ciutats humides.
I te imaginat revisant els poemes que havies escrit la nit abans amb aquella carona de son, abans de marxar cap a la feina…I te pensat també somiant la cara de joia o d’espant que haguessis posat anys enrere, quan jo finalment m’hagués trobat amb tu en aquell bar que ens agradava per dir-te allò que tu volies sentir.
Demà quan llegeixis aquesta carta, Clàudia vull que entenguis que jo sempre estaré estimant-te encara que no sigui capaç de dir-ho amb les paraules que ell t’ho deu estar dient ara.
I no vull que tinguis mai més por de la foscor o de les turmentes aquelles amb trons i llamps que feien que t’abrasessis a mi tant fort.
I si pot ser Clàudia, vull que no estiguis trista per mi, ni perquè trobi a faltat tant la teva veu riallera, com quan tornàvem de l’escola caminant i jo t’acompanyava fins a casa teva en silenci.
Jo no vull que ell et digui “Clau” com jo feia, ni que et llegeixi el Platero quan estiguis nostàlgica, ni que et pinti posant nua i no sàpiga plasmar el color de les teves galtes quan s’encenen...
Però el que si que vull Clàudia; es que si mai l´Àlvar fa que els teus ulls s’omplin de pluja, com a aquell dia davant de casa teva quan tenien només dotze anys... llavors vull que en truquis sense dubtar-ho, perquè et vindre a veure. I et faré una abraçada tant forta com quan tu vas perdre una sandàlia al riu, perquè no ploris mes per ell, i quan estiguis mes calmada, et diré totes les coses que t’havia hagut de dir aquella tarda quan en acomiadar-nos davant de casa teva tu en vas besar als llavis i jo en vaig quedar mut fins ara.
Però si això no succeeix mai, Clàudia, si de veritat ell et fa feliç llavors vull que t’oblidis d´ aquesta carta...
I només si un dia et sens sola i no està allà per acompanyar-te, m’agradaria que l’agafis i llegeixis aquets últim trosset amb veu alta...
I que llavors t’imaginis que soc jo qui te l’està llegint, feliç ara, no com quan érem joves i jo rondinava tant en fer-ho perquè tu no t adonguessis compte de que ja en aquella època t’estimava amb boixaria.
PLATERO es petit, pelut i suau; tan tou per fora, que es diria que es tot de cotó, que no porta ossos.. Solsament els miralls atzabeja dels seus ulls son durs com dos escarabats de cristall negre.
El deixo solt, i sen va al prat i acarona tèbiament amb el seu musell, quasi fregant-les, les floretes roses, blaves i granes... El crido dolçament: Platero? i ve fins a mi amb un trot tant alegre que sembla que rigui, en no se quin cascavelleig ideal...
Menja tot el que li dono. Li agraden les taronges, les mandarines, el raïm moscatell, totes d’àmbar, les figues morades, amb la seva cristal·lina goteta de mel...
Es tendre i mimós igual que un nen, que una nena...; però fort i sec per dins, com de pedra. Quan passejo a sobre d´ ell, els diumenges, pels últims carrerons del poble, els homes del camp, vestits de net i calmosos, es queden mirant-lo:
_Tien´asero...
Te acer. Acer i plata de lluna, al mateix temps.
“Platero i Jo”
Juan Ramón JiménezT’estimo, Clàudia...
El teu amic Marc
mayde molina
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