Enfrentarse a una página en blanco…
Y antes de escribirla:
rozarla sutilmente con el plumín de tu pluma
Como apenas rozas con la yema de los dedos
tus propias cicatrices
Como rozas tus labios queriendo retener en ellos
el último beso que se quedó posado
Enfrentarse a una página en blanco...
Sentirte brava y desnuda ante su crudeza
Mirar el desafío de su blanco espacio
Saber que hay algo que buscas
Y vas a hallar para enfrentarlo
Liberarlo
dejar atrás el miedo a contenerte
a hacerte demasiado daño
y hundir entre adjetivos al verbo que te ha herido
al traidor, al maldito, al cobarde
Enfrentarse a una página en blanco...
Como a una muerte blanca
que aún no te ha vencido
y estás sólo escribiendo
para extirparla de ti
mientras te mira desde el papel
agonizando
4 comentarios:
todo eso es totalmente trasladable a lo que siento con un lienzo, a veces antes de empezar hasta juego con ellos ;)
debe ser la misma locura
Un abrazo enorme
No es preciso escibir para matar la página: basta llorar. Las lágimas se encargarán del resto.
Para mí es como la espera alborotada de un encuentro, en este caso de palabras, esa inminencia incotinente a la que me reta una página en blanco me hace sentir viva, es casi una droga. Es un intercambio de locuras
descifrando verdades muy antiguas.
Y al final, silencio.
Un beso, Mayde.
Hay páginas en blanco que duelen más que las heridas cuando no logras desahogarte, entonces como dice José, un par de lágrimas sirven para derrotarla.
Un abrazo fuerte.
Leo
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