domingo, 10 de octubre de 2010

Conversaciones del ayer...(relatos de la vida)





“Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión…”
G. Adolfo Bécquer


Él, mirándome desde las sábanas con cara de perdido en este mundo…

_Tienes suerte conmigo, porque las rubias no son tan ardientes…

_¿Ah, no? Y tú cómo lo sabes

_ Porque yo he sido también rubia y cuando he sido rubia, no he sido tan ardiente como ahora.

Yo, guiñando un ojo.

Él, cara de sorpresa…

_ ¿Y por qué no?

_ Porque cuando he sido rubia, no he sido yo.

_ ¿Y las que siempre han sido rubias, las que son rubias de verdad y “SIEMPRE”?

_ A ti no te gustan, las que son rubias de verdad.

_¿?...

_ Porque son como muñequitas, que se te rompen entre las manos y luego te sientes tremendamente culpable.

_ ¿Y las pelirrojas?

_ Las pelirrojas, sí que son muy ardientes. Son tan ardientes que se les sube el fuego a la melena. Y lo sé porque también he sido pelirroja…

_¿De verás?

_ Sí, pero aún así, también de pelirroja he sido menos ardiente que ahora, que soy sólo yo.

_mmm, entonces tal vez una pelirroja también estaría bien para mí ;) ¿no crees?

_ Sí, seguro que sí. Pero tú no te vas a ir con ninguna pelirroja.
_ ¿Ah, no?

_ No, estoy casi convencida de que no

_ ¿?

_Porque tú también eres ardiente y a ti, lo que más te gusta, es que te amen intenso, aunque digas que no y yo soy intensa y te amo intenso, y si tú te vas con una pelirroja, yo me iré con el rubio de mi oficina y le enseñaré a ser tan ardiente como tú…

Claro, que “él” como niño inquieto que siempre fue, tuvo que probarlo todo y se fue con una chica rubia, que le hablaba y le escribía a todas horas de sexo, pero que a la hora de la verdad resultó que nada, de nada, que aquella solamente era su forma de liberar lo que no podía sentirse bien haciendo. Así que al cabo de un tiempo él la dejo, a ella, a sus montones de palabras provocadoras y a sus pocas ganas de llevarlas a cabo.
Poco tiempo después, una amiga mía, que vive en su misma ciudad, me contó que lo veían con una chica pelirroja muy guapa y muy delgada, pero que al cabo del tiempo volvía otra vez a andar solo y de antro en antro hasta la madrugada.
 Y a día de hoy, que ha pasado tanto tiempo ya, dicen que aún camina sin rumbo,  con esa mirada clavada de niño perdido buscando todavía la sed de mundo, pero sin verdaderas ganas de llevarse agua a la boca.

Lo peor de todo, es que a mí me dejó tan triste, que ni siquiera tuve ganas de irme con aquel chico rubio tan mono, que siempre me invitaba a cafés en la oficina.
Aunque la verdad es que ahora pienso, que eso no fue ni bueno ni malo, sino que representaba solamente, que yo tenía todo más claro que él, que yo sí sabía lo que quería y no necesitaba experimentar con ese tipo de cosas.

Y eso,  ya no sé si es tan solamente un síntoma de “alma femenina” o representa haber alcanzado un poquitín de la madurez que a esos niños-hombres de ojos perdidos, y amor arrebato,  les cuesta tanto llegar a alcanzar. 




*Ahhh, se me había olvidado decir, que no se enfaden por Dios conmigo, mis amigas rubias y pelirrojas, que yo sé que vosotras también lo sois: ardientes e intensas como la vida misma. Besos, a cada una de vosotras...

3 comentarios:

Luisa Navarrete dijo...

Quizás las búsquedas tan continuadas rubias, morenas, con pintas , sin ellas ........son meras huidas hacia delante que al final so como una espiral sin fin, vivir deprisa sin avanzar ni un centímetro.

Aunque tampoco tengo tan claro si fuera de la espiral se anda mejor si no hay ningún camino que andar

Besicos guapa

Edu dijo...

Bueno las pelirrojas, son ardientes porque sustituyen el corazon por el sol.
Un Beso

Unknown dijo...

Es que el ardor no está en el "color"de los cabellos, está en la pasion que has probado como rubia, pelirroja y morena, y quizàs siendo si misma, sabe de verdad lo quiere.
Un beso multicolor .
Leo.