Mujer, de David Cobley |
Yo sabía que eras tú, no tuve nunca la más mínima sombra de duda.
Eras tú: el resumen de todas las palabras, el subrayado de lo importante
y el punto y aparte, también eras.
Eras tú: las huellas marcando una senda sobre la tierra y la cumbre a escalar despierta
y el valle por el que bajar descalza, dibujando con los dedos las raíces de tus árboles.
Eras tú como un cobijo sin mantas, como el sonido del mar y la montaña, eras la boca
del poeta desafiando al mundo y a su absurda realidad.
Eras, horizonte temblando entre mis cielos al haberte perdido entre el rumor de la marea
y el agua de los océanos.
Eras tú la libertad, la esencia misma de la palabra y su detalle. Y en tu libertad
no era preciso buscarle alas a la propia.
Eras hoguera cuando ardías y lumbre crepitando al susurrarte y eras sabor
a pan de pueblo y a rojo vino bebiendo en los contornos de tus bonitos labios.
Pero también eras incertidumbre.
Y no era amor, no lo era, todavía, esa ilusión que yo quería vestirme de amor
y que tú, querías llamar o imaginarte amor.
No era amor el beso que me buscabas esquivo, dormido y ciego en la distancia
Ni era amor el precipicio en el que me estabas dejando caer, lentamente
a cada instante de no querer venir a mirarme y arder en mis susurros
No era amor la huida, ni el niño mudo y dolido, roto y herido
ni el temor a la palabra, ni era amor: amor te digo
y con eso ya sobra y ya basta y hay suficiente
No era amor querer que fuesen tus versos
los que me encendiesen o me saciasen
la sed y el hambre de la carne
Porque ellos, no eran amor
sin tu voz y no eran
caricia sin tus
dedos
Y no era amor no venir y esperar a que mi amor
te fuera, sabiendo dónde estaba yo y por qué
Ni tampoco lo era:
sentir que era yo la luz y tú la sombra
que en mí veías la luz de tu sombra
cuando el Sol eras tú y yo la Tierra
bebiendo de tus rayos
Pero amor, en el fondo sí estabas siendo ya un poco más amor, más amor de lo que
nunca me habías sido hasta el momento, aunque aún no hacías nada por volar
y alcanzarme, por ser mi amor completo.
Eras tú: el resumen de todas las palabras, el subrayado de lo importante
y el punto y aparte, también eras.
Eras tú: las huellas marcando una senda sobre la tierra y la cumbre a escalar despierta
y el valle por el que bajar descalza, dibujando con los dedos las raíces de tus árboles.
Eras tú como un cobijo sin mantas, como el sonido del mar y la montaña, eras la boca
del poeta desafiando al mundo y a su absurda realidad.
Eras, horizonte temblando entre mis cielos al haberte perdido entre el rumor de la marea
y el agua de los océanos.
Eras tú la libertad, la esencia misma de la palabra y su detalle. Y en tu libertad
no era preciso buscarle alas a la propia.
Eras hoguera cuando ardías y lumbre crepitando al susurrarte y eras sabor
a pan de pueblo y a rojo vino bebiendo en los contornos de tus bonitos labios.
Pero también eras incertidumbre.
Y no era amor, no lo era, todavía, esa ilusión que yo quería vestirme de amor
y que tú, querías llamar o imaginarte amor.
No era amor el beso que me buscabas esquivo, dormido y ciego en la distancia
Ni era amor el precipicio en el que me estabas dejando caer, lentamente
a cada instante de no querer venir a mirarme y arder en mis susurros
No era amor la huida, ni el niño mudo y dolido, roto y herido
ni el temor a la palabra, ni era amor: amor te digo
y con eso ya sobra y ya basta y hay suficiente
No era amor querer que fuesen tus versos
los que me encendiesen o me saciasen
la sed y el hambre de la carne
Porque ellos, no eran amor
sin tu voz y no eran
caricia sin tus
dedos
Y no era amor no venir y esperar a que mi amor
te fuera, sabiendo dónde estaba yo y por qué
Ni tampoco lo era:
sentir que era yo la luz y tú la sombra
que en mí veías la luz de tu sombra
cuando el Sol eras tú y yo la Tierra
bebiendo de tus rayos
Pero amor, en el fondo sí estabas siendo ya un poco más amor, más amor de lo que
nunca me habías sido hasta el momento, aunque aún no hacías nada por volar
y alcanzarme, por ser mi amor completo.
Y yo tampoco podía dejar de mirarte
Ni dejar de sentirte en el “tú eres”
Ni de dibujarte sueño sin nubes
Ni de nombrarte en el viento
con todas las letras
de tu nombre
Y hoy
yo solamente
sueño palabras
que se van desvaneciendo
en los huecos más desnudos de tu alma
Yo sólo quiero que de ella broten las flores
y una piel de amor que te cubra y me acoja
que te arrope y me arrope y nos haga niños nuevos
Y que tú te sientas en mis labios: fuego de amor sin palabras
Temblor del beso imborrable que me bese de amor y me baje del aire
Beso que me retenga de amor en su memoria para escaparme de aquí
y acercarme serena, sin temor, a las cimas infinitas de la cumbre de tu gloria
Ni dejar de sentirte en el “tú eres”
Ni de dibujarte sueño sin nubes
Ni de nombrarte en el viento
con todas las letras
de tu nombre
Y hoy
yo solamente
sueño palabras
que se van desvaneciendo
en los huecos más desnudos de tu alma
Yo sólo quiero que de ella broten las flores
y una piel de amor que te cubra y me acoja
que te arrope y me arrope y nos haga niños nuevos
Y que tú te sientas en mis labios: fuego de amor sin palabras
Temblor del beso imborrable que me bese de amor y me baje del aire
Beso que me retenga de amor en su memoria para escaparme de aquí
y acercarme serena, sin temor, a las cimas infinitas de la cumbre de tu gloria
“mujer de aire”
Catherine Brooks Las imágenes de los lienzos son del blog: http://artodyssey1.blogspot.com/ |
4 comentarios:
No tendría suficientes calificativos!!!
Un placer Mayde
Te queda muy bien el texto.
un placer pasar a leerte.
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.
Qué de palabras distintas, qué de expresiones distintas... eres increíble, Mayde, las palabras contigo no se agotan ni se gastan, sino que crecen.
Besos, hermana.
Muchísimas gracias a los tres, es un placer inmenso que lleguéis hasta aquí. Besos y abrazos!
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