domingo, 23 de marzo de 2014

Esta noche, diábola en azul...



Esta noche, me he soñado libre y albedrío. Cobre rizo, sueño azul, competente guerrera y aprendiz de la Luz. Audaz, comprometida a ser franca y sencilla: palabra y boca humana. 
Esta noche he escrito, mi más rota y minada palabra.
He sabido que amé, por encima del Agua.
Que fui pulpa de error...
Que un día: en vano amor de precipicios, amor de parapente y luciérnaga en las cejas, fuga y tocata febril de su deseo, escalera del vértigo, amor puro de incendio...
Me sentí completamente herida y vulnerable y tuve que ser para salvarme; mi piel o mi coraza de aire...
Te rasgas y te sabes más mujer. Pero te rompes y huyes y ya sólo te queda asirte un Ala nueva en la palabra.  El verbo por el verbo, jamás tuvo sentido. Tejer la primavera cual Penélope, que no aprende a esperar, tampoco fue en mi sino lo acertado... 
Amas y creces. Te ofreces y eres niña y no sabes aún a quien.
Y llegan y te hieren, se nutren de tu piel y se largan con la bala cobarde a otra parte...
Y entonces... Sabes qué sucede; ¿Qué me sucede entonces?
Sucede, que te acobardas de amor. O te deprimes o te derramas, en puto verso y temblor. Eso mismo, te juro, que a mí me ha sucedido.
Yo siempre he elegido, derramarme en la noche tardía. En esa hora bruja, que precede a la aurora. Padezco de este insomnio, que es mi cofre de viento y mi tenaz cajita de Pandora. 
En él decido que no escribo ni para mí, ni para nadie...
¡Qué busco techos de aire, donde estallar, para sentirme libre y creadora! Tal como me parieron!, ¡Joder!
Sabes, me quedan dos ciudades por beber... 
Una es la tez de la luna, que avanza y me conoce, más que yo a mí misma, en este anochecer... 
La otra... la otra, está en la alquimia de tu piel con mi piel. 
Mírame...
Yo me pronuncio mujer a toda costa, pues sólo ésta que ves: ha de venir a para salvar mis llamas. A hacérseme Epopeya en los ojos... Desnudos, altivos como templos, frente el verso y tu nombre. 
En mi silencio; mis dedos, ya han escrito que anhelo Conquistarte...
Un día, he de tomar los vértices del tiempo, que al fin y al cabo los dos sabemos que no es nada...
He de crecer de mí y de mi palabra y darle a ti y a ella: el cofre de mi sueño 
y mi diábola en Azul sostenido, mordiéndote en la Boca el gemido por Amor...
Voy a ponerme descalza y de puntillas frente a ti; 
con la mirada de agua, con la melena incendiada...
Voy a pedirle a tu ángel, que me ampare

Que no me rompa en mil sangres,
cuando al fin 
crezca y te ame 
y Tú...
Tú, vengas a amarme

"mujer de aire"


1 comentario:

Rafael dijo...

Bonito despertar de un día en primavera.
Un abrazo.