miércoles, 1 de abril de 2015

Cinco segundos...

Obra de María Amaral


En realidad, nadie conoce a nadie. Nadie traspasa los límites seguros del otro. La otracidad. La pantalla. El espacio que teje entre sus dos palmos y medio y su milímetro fuego, tacto, instinto de coraza. 
Casi nadie sostiene un abrazo por más de 5 segundos. 1,2,3,4,5...¡¡ABRAZO!! Dos bombas del latido juntas. Cerrar los ojos para que suceda ese momento pecho contra pecho. Esas dos ramas de árbol tuyo que quieres tender al otro para acercarlo a ti.

Tenemos montones de amigos en facebook y no nos reconocemos. Pero nuestros dedos lanzan likes como quien dice "Hola, estoy aquí. Te veo" 
Cientos de conversaciones en el wsp, grupos de chat, diversos emoticonos para sonrisa, guiño, beso, aplauso... 
_¡Hola!_ Mis dedos te dicen que ahora: pienso en ti. Pero mi voz se          calla.

Vivimos en un mundo que se lanza en picado a una vertiginosa crisis de humanidades. Una, de valores que se van incendiando como una jungla en llamas. Ya casi nadie, más allá de tu madre, tu hermano, los comerciales, te hace una llamadaCasi nadie escapa del febril impulso de sus dedos, tecleando la palabra o el emoticono perfecto, en vez de usar el teléfono para lo que verdaderamente se creó: la voz. ¡Joder, la voz! Tu voz, mi voz. El eco o el silencio que inunda una emoción. El tono de la voz amiga y la certeza de que no existe emoticono, ni mensaje que pueda sustituirte la grandeza de esos minutos. 
Porque una verdadera llamada, no es cuando vibra tu teléfono porque te llaman del trabajo o los comerciales. Una llamada es: cuando suena tu móvil y lo que vibra es tu piel.

Debería ser gratis la comunicación humana. Gratis, poder escuchar a cualquier hora la voz-latido de alguien que te importa. 
Porque somos manada o jauría solitaria cayendo en esta Era-Fría repleta de progreso y desconsuelo. Por un poco de amor, nos deshacemos. 
¡Labio, corazón, espejo, relámpago en los ojos! 
Si tú me miras: yo soy, existo. Si nos quedamos mudos en la mirada, somos principio de poema, lenguaje.  Otracidades que al fin se reconocen.

Cada soledad es distinta. La mía busca un trébol de cuatro hojas. Un árbol ramificado. Otra soledad que me invite a la suya y me hable como nos habla la vida: sin códigos, emoticonos, brevedades...

Abrazarse. Gesto que nace para sentir que Eres en el que te recoge. Abrazo. Árbol del otro que se te abre. Ramas que te abarcan para que sean también sus ojos, tu sonrisa, su voz... 


La llama de su vida 
por más de cinco segundos 
latiendo junto a la tuya 

1 comentario:

Unknown dijo...

Tus textos, hermosos, me estremecen el alma...